|
Eres
un joven inteligente; deseas hacer de tu vida algo que al fin te
haga apto para el cielo. Con frecuencia te desanimas al encontrarte
débil en poder moral, esclavo de la duda y gobernado por los hábitos
y las costumbres de tu vieja vida de pecado. Encuentras que tus
emociones te son infieles a ti, a tus mejores resoluciones, y a tus
más solemnes promesas. Nada parece real. Tu propia inestabilidad te
induce a dudar de la sinceridad de los que te quisieran hacer bien.
Cuanto más luchas en la duda, más irreal te parece todo, hasta el
punto de creer que en ninguna parte hallarás terreno sólido. Tus
promesas son como telas de araña, y consideras a la misma luz
irreal las palabras y las obras de aquellos en quienes deberías
confiar. |
|
Estarás en constante peligro hasta que comprendas la verdadera fuerza de
la voluntad. Podrás creer y prometer todas las cosas, pero tus promesas o
tu fe no tendrán valor hasta que hayas puesto la voluntad del
lado de la fe y la acción. Si peleas la batalla de la fe con toda
la fuerza de la voluntad, vencerás. No puedes confiar en tus
sentimientos, tus impresiones, tus emociones, pues no son dignos de
confianza, especialmente con tus ideas pervertidas; y el conocimiento de
tus promesas quebrantadas y tus votos no cumplidos debilita tu confianza
en ti mismo y la fe de otros en ti.
|
|
|
Pero no tienes por qué desesperar. Debes estar resuelto a creer
aunque nada te parezca real ni verdadero. No necesito decirte que
eres tú quien se ha puesto en esta posición no envidiable. Debes
reconquistar tu confianza en Dios y en tus hermanos. A ti te toca
someter tu voluntad a la voluntad de Jesucristo, y al hacerlo, Dios
tomará inmediatamente posesión de ella y obrará en ti el querer y
el hacer según su beneplácito. Tu naturaleza entera será puesta
entonces bajo el gobierno del Espíritu de Cristo, y hasta tus
pensamientos le estarán sujetos.
|
|
No puedes dominar como deseas tus impulsos, tus emociones, pero puedes
dominar la voluntad y hacer un cambio completo en tu vida. Sometiendo tu
voluntad a Cristo, tu vida se ocultará con Cristo en Dios, y se unirá al
poder que está por encima de todos los principados y las potestades.
Tendrás fuerza procedente de Dios que te mantendrá unido a su fuerza y
te será posible alcanzar una nueva luz, la luz misma de la fe viviente.
Pero tu voluntad debe cooperar con la voluntad de Dios, no con la voluntad
de camaradas por medio de quienes Satanás trabaja constantemente para
entramparte y destruirte.
|
|
¿No
quieres relacionarte, sin demora, debidamente con Dios? ¿No quieres
decir: "Quiero entregar mi voluntad a Jesús y hacerlo
ahora", y desde este momento estar completamente de parte del
Señor? Desatiende las costumbres y los fuertes llamamientos del 151
apetito y la pasión. No des a Satanás la oportunidad de decir:
"Eres un desgraciado hipócrita". Cierra la puerta de modo
que Satanás no te acuse ni te desanime. Di: "Creeré, creo que
Dios es mi ayudador", y hallarás que puedes triunfar en Dios.
Si mantienes persistentemente la voluntad de parte del Señor, toda
emoción quedará cautiva de la voluntad de Jesús. Hallarás
entonces tu pie afirmado sobre roca sólida. A veces se requerirá
toda partícula de voluntad que poseas, pero es Dios el que está
obrando por ti, y saldrás del proceso modelador convertido en un
vaso para honra.
|
|